Compresores

Compresores


La oferta de productos disponibles para producción musical es impresionantemente amplia. Tanto en el mundo real, es decir, en los procesadores hardware, como en el lado virtual con sus plug-ins, la cantidad de elementos dedicados al procesamiento de señal de audio es enorme.
Si todos los procesadores ofrecen calidad de audio superior, como expresan sus desarrolladores, ¿por qué existen tantos modelos?

 

 

Compresores: ¿cuál es el mejor?

El compresor es uno de los procesadores que se utiliza con menor pericia; por supuesto, cuando es empleado por usuarios con poca experiencia.
Su influencia sobre el sonido no es tan evidente como resulta, por ejemplo, al aplicar un Distortion, Delay o Phaser. Es más, en la mayoría de los casos, el compresor debería ser “invisible”, para que el público no note su presencia en una pista.
Es normal que un nuevo usuario piense que cualquier compresor podrá realizar una determinada tarea de compresión. Al fin de cuentas, el funcionamiento básico dice que este dispositivo reducirá una señal cuando ésta exceda un cierto volumen.
Si bien, básicamente, la idea anterior es correcta, las diferencias surgen al considerar el modo en cómo cada modelo de compresor realiza su trabajo.

 

Mundo analógico
Todos conocemos historias o datos sobre compresores hardware clásicos valuados en miles de dólares. No sería correcto decir que uno es mejor que otro. Todos son excelentes procesadores, y cada uno tiene una manera de realizar su trabajo.
Esa particularidad para realizar su trabajo los hace adecuados para enfrentar las diversísimas situaciones de grabación que surgen en los estudios de grabación. Por ejemplo, una misma voz humana interpretando dos canciones de géneros musicales diferentes demandará una compresión específica para cada una, donde los tiempos de ataque y liberación y la curva de compresión utilizados deberían ser bastante diferentes.

 

Tenemos que recordar que los procesadores hardware no ofrecían las enormes posibilidades de control específico que ofrecen los plug-ins. Por ejemplo, muchos procesadores ofrecían ajustes de tiempos basados únicamente en dos asignaciones: slow y fast. Precisamente esa “limitación” dio lugar al desarrollo de diferentes unidades que buscaban solucionar diferentes situaciones.
Además, cada procesador clásico – y también algunos plug-ins avanzados – dejaba su marca registrada en el sonido, por eso, muchas veces algunos ingenieros utilizaban sus circuitos no para comprimir sino, simplemente, para que la señal pase a través de ellos y adquiera, de esa forma, el color brindado por el procesador.

 


Mundo digital

En el mundo de los plug-ins sucede algo similar: encontramos una amplia cantidad de compresores virtuales, cada uno con sus características.
Encontramos diferencias marcadas, aún dentro de la misma empresa, por ejemplo entre los modelos C1 y Renaissance Compressor, ambos de Waves. Los ajustes mucho más finos del modelo C1 lo convierten en un plug-in con mucho filo, peligroso para los oídos inexpertos. En cambio, el compresor Renaissance permite obtener sonidos más suaves, resultando bastante difícil arruinar una pista o mezcla cuando se lo utiliza.
¿Esto significa que alguno es mejor que el otro? No, simplemente son diferentes.

 

Las posibilidades del dominio digital han dado lugar al desarrollo de numerosas herramientas de procesamiento, entre ellas los compresores multibanda.
Los modelos multibanda, con sus amplias posibilidades de ajuste, se convierten en herramientas muy flexibles para reparar ciertos problemas puntuales, pero a menudo su aplicación termina destrozando la dinámica de una buena mezcla. Por algo los ingenieros experimentados comentan frecuentemente, que habitualmente no utilizan este tipo de compresores, dejando su aplicación para escasas situaciones muy puntuales.

 

Crítica apresurada
A menudo se presenta la crítica fácil con la que se crucifica a los procesadores virtuales. Casi sin pensar, se habla de las bondades de los procesadores analógicos por sobre los virtuales, haciendo referencias a la obtención de sonidos más cálidos cuando se trabaja con los primeros.
La verdad es que una aseveración de este tipo sólo puede provenir de parte de expertos profesionales con muchos años de trabajo en mezcla y masterización.
No obstante, algunos de ellos, como por ejemplo Bob Katz, mencionan que es totalmente posible obtener un muy buen master utilizando únicamente plug-ins. El elemento que no puede faltar es un muy buen par de oídos.

 

Es muy probable que las críticas expresadas hacia, en este caso, los compresores virtuales tengan su origen en una operación incorrecta por parte de sus usuarios.
Gran parte de la diferencia obtenida al procesar con plug-ins – cuando se compara con el procesamiento con compresores vintage – se debe a la flexibilidad de ajustes posibles en el mundo virtual. Por ejemplo, algunos plug-ins, como C1 de Waves, permiten tiempos de ataque tan pequeños como 0,01 milisegundos, cuando algunos procesadores clásicos soportan tiempos de ataque mínimos en el orden de los 5 milisegundos o mayores.
Lo mismo sucede con los tiempos de recuperación o Release. El valor mínimo soportado por C1 de Waves es de 1 milisegundo, mientras que los compresores analógicos no permiten valores menores a 250 milisegundos. Como se aprecia, la diferencia es muy grande.
Cuando se utilizan valores de tiempos tan reducidos, como sucede con los plug-ins, la señal se arruina, especialmente cuando se aplican varios dBs de reducción.
La imposibilidad inherente de los compresores analógicos de manejar tiempos tan reducidos impide, sencillamente, provocar un daño tan marcado en la señal.

 

Tendencia actual
Los ingenieros de masterización utilizan diferentes compresores, cada uno de los cuales, les permite realizar un trabajo determinado.
Últimamente, Waves está desarrollando paquetes de plug-ins especiales desarrollados en conjunto con destacados ingenieros. Esta clase de plug-ins no son, por ejemplo, compresores propiamente dichos, sino emulaciones de las asignaciones utilizadas por los ingenieros al utilizar un compresor hardware (a veces en conjunto con otros módulos). Gracias a este diseño, los usuarios ajustan, en mayor o menor medida, la influencia del “compresor” modificando los parámetros disponibles en cada modelo.
Obviamente, cada ingeniero posee su propia metodología de trabajo, y en consecuencia encontramos diferentes “compresores”.

 

En resumen
No podemos decir que una Fender Stratocaster es una mejor guitarra que la Gibson 335. Cada guitarra es adecuada para una situación. Esto no significa que alguien no pueda utilizar una guitarra en una situación donde no se la esperaría. Steve Howe es un excelente ejemplo. Por años utilizó junto a Yes una guitarra de Jazz en el mundo de Rock Progresivo.
Algo muy similar sucede, en este caso, con los compresores: existen muchas opciones – siempre considerando sólo buenos productos – y habrá que saber descubrir qué compresor es mejor para una determinada tarea.
Como sugerencia o guía me inclino a recomendar la utilización del plug-in Renaissance Compressor simplemente por tratarse de un procesador flexible y de fácil operación.
Otra interesante alternativa es Vintage Compressor Model 670, incluido en TRackS 3. Su control de ajuste de tiempos establecido por etapas facilita la identificación de la influencia de los tiempos de ataque y recuperación en el trabajo del compresor.
Este último compresor no posee un manejo inicial tan directo y fácil de comprender como el de Waves, pero luego de leer algunas explicaciones básicas en el manual de instrucciones todo será sencillo. Por ejemplo, este compresor no posee el típico parámetro de ajuste de relación de compresión. En su lugar, el usuario ajusta la ganancia de entrada para cada canal, la que basada en la asignación de la perilla Threshold determina la aplicación de mayor o menor compresión.
¿Alguien puede asegurar que sólo con Pro Tools es posible obtener una mezcla profesional? Por supuesto que no. El talento del usuario para utilizar un determinado recurso es el factor fundamental para conseguir buenos resultados. Las herramientas son un elemento secundario.

 

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